John Andrews, habitual colaborador de Woods y miembro de Quilt, ha decidido dar su salto en solitario, consiguiendo con Bit by the Fang un debut envidiable que guarda similitudes con todo lo que se mueve en torno al sello Woodsist. Este trabajo fue ideado a lo largo de 2013, mientras John trabajaba en la Salvation Army (algo así como una organización de cristianos protestantes) dentro de una comunidad amish en Lancaster. Sin embargo las posteriores giras con Quilt y Woods, no le permitieron rematarlo hasta un tiempo después cuando regreso a su hogar en Pensilvania. Se puede decir que los viajes también forjaron muchas de las ideas que aparecen en este disco.
A lo largo de los casi 40 minutos que dura el trabajo, nos vamos a encontrar canciones que tratan de una forma muy reflexiva y al mismo tiempo con matices irónicos cuestiones como la muerte o el abandono amoroso. A pesar de adoptar esta temática el trabajo, no todas las canciones adquieren un tono triste, dejándose llevar más hacia lo relacionado con quedarse atrapado en recuerdos felices. El folk psicodélico que se desarrolla en las canciones basa su protagonismo en unos teclados muy inspirados, haciendo que las guitarras queden reducidas a un plano más lejano en comparación con otros proyectos que rodean a John.
Escuchar a fondo este debut, es sumergirse en un estado de placidez que de vez en cuando se puede ver alterado por las lágrimas. No ocurrirá esto último en los primeros temas, donde se nos presentan metáforas protagonizadas por caballos y el necesario alejamiento de algunas personas. La inicial ‘Don’t Speak de Horses’ nos muestra como el encanto sureño va a estar muy presente en todo el trabajo, jugueteando al mismo tiempo con los teclados. Suplicas con más bien una sonrisa que nos enseña la línea por la que va a continuar el trabajo. Más de ese estado totalmente alejado de la displicencia nos encontramos con ‘Peace of Mind’, donde en este caso la tónica de luminosidad se verá aún más aumentada.
Canciones breves como ‘Angel’, buscan ese efecto amable que producen los dibujos animados a modo de fotogramas, para posteriormente introducirnos en ‘I’ll go to your funeral (If you go to mine’), la canción en la que se plasma la filosofía de vida del músico. Podemos quedarnos en la superficie del tema o adentrarnos más en todo su contenido. Vosotros sabéis como os gusta tomaros este tipo de cosas. Lo que está claro es que John adopta esa expresión de estar de vuelta de todo, más bien porque todo le sea demasiado importante o porque no le importe nada. Continuando en esta línea de dependencia exclusiva de uno mismo, llega ‘Troubles (Yapes)’ con ese You Know what to do, emitido entre efectos de lo que puede ser un theremín.
Llegando al ecuador, ‘Hear Me Out’ nos da muestra de cómo el actuar en solitario se va diluyendo. De este modo aparece uno de los grandes temas del trabajo, a medio camino entre los sollozos del que sabe que la llamada no será contestada y una profunda desilusión. Momentos donde las atmósferas son realmente importantes, justo en los minutos más depresivos del trabajo. Intentando salir un poco del estado de ánimo decante, ‘Bit by the Fang’, la canción que da título al disco, vuelve a recurrir a las metáforas de caballos y una muerte interna que se ve venir. John juega a la perfección con todos esos coros lánguidos y guitarras acústicas, consiguiendo un sonido muy limpio que se contrapone con casi todo lo que se suele grabar en Woodsist.
Adentrándonos en el tramo final, nos encontramos más canciones que van más allá de la melancolía, enfrentándose cara a cara con las cosas que realmente resultan punzantes. ‘Quitting the Circus’ vuelve a hablarnos otra vez de poner distancias, de una forma que sabes que resultará dolorosa pero necesaria para el reencuentro. Para ello, John adopta el tono más dulce posible, introduciendo fragmentos instrumentales de bella factura. Algo más apagada suena ‘Judy & Judy’, acercándose al folk de la escuela de Simon Joyner.
El cierre del álbum se produce con dos grandes temas. Por un lado ‘Pennsylvania’ nos mete en la piel de las despedidas, mientras que ‘No Gunn’ es el recuerdo borroso que al final queda de todo, con un definido mensaje como es You find your way. La primera de ellas adopta el formato más cercano a single que contiene el trabajo, hablando de su hogar de forma anímicamente decaída en un lugar propicio para ello como es una estación de trenes. Una muestra más de que el músico trata de mostrar ante todo honestidad con sus canciones. Por su parte ‘No Gunn’, el tema final del trabajo, recoge una composición al piano que capta en cierta medida el viaje interior, a través de todo tipo de recuerdos y relaciones personales, que ha realizado el músico en los últimos tiempos para componer este trabajo.
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